contrariedades
Ahora que te pienso,
va a ser que somos dos seres más contrarios que contrariados. Con la misma capacidad hemos construido que destruido. Creo que ya es más que posible determinar cuál de ambos potenciales humanos está dominando en nosotros. Y es que se puede ser optimista y pesimista. Y con ello entrar en la espiral de contrarios que preside una existencia que sólo es cierta porque es necesario encontrar algo completamente opuesto a la inexistencia.
Este es el meollo de esta cuestión: el enfrentamiento de fuerzas y principios siempre antagónicos.
La polaridad preside nuestras vidas y la realidad de todo lo conocido, que a su vez surge, claro está, de la certeza de que existe lo desconocido. La luz se opone a la oscuridad, el sonido al silencio, y el principio al fin; dentro es algo diametralmente opuesto a fuera; y si arriba se opone a abajo, es porque delante nunca se entendería sin saber que algo se encuentra detrás.
De la misma manera tú y yo son opuestos hasta que surge el nosotros, que vuelve a desdoblarse en más contrariedades cuando se presentan contrarios tan enfrentados como son el amor y el desamor, o la diversión y el tedio… que son rutina, o tal vez el inicio de ese camino que nos conduce a otro final.
Aunque es imposible adelantar nada, a ti y a mí ya no nos salva ni el nosotros.
Ha ganado la destrucción.
Es hora de volver a construir.
Pero… ¿quedará tiempo?… ¿ganará al “ya”?…
Ah, está prohibido adelantar acontecimientos.