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de estéreo tipos

Ago 11, 2022

Veo a mucha gente -joven en su mayoría- andando, corriendo o sentada y siempre ensimismada. Se ausentan huyendo-oyendo música, empleando para ello unos inmensos «cascos». Todos están enganchados a Spotify. Son los tipos estéreo, y están condenados a perder, gustosamente, parte de su sensorialidad.  Acabarán cargándose uno de sus cinco valiosos sentidos.

Al toparme con el ejemplar de tipo estéreo que atrapé de mala gana en la foto, y ver esas dos sórdidas protuberancias a ambos lados de su cráneo, por las que yo mismo vibraba con lo que él oía amplificado por mil, he pensado irremediablemente en Eco. No en Humberto, si no en la desdichada y locuaz ninfa que fue condenada a perder su habla por la ira de una diosa enemiga del poliamor.  

chico oyendo música con cascos y comiendo pizza en la calle

Viendo al chaval, he pensado, depronto, que aquellos “pegotes” podrían no ser dos auriculares presionando su desafiante rostro, si no las manos de una diosa vengativa y cruel, las manos de… la diosa de los sonidos (se me ha ocurrido incorporarla al staff de la mitología griega con el nada pegadizo nombre de…. Íchous).  

He querido imaginar que, esta nueva diosa fruto de mi imaginación, ofendida por la grosera y desconsidera actitud de los humanos al enmudecer con sus máquinas e inventos los sonidos de La Naturaleza, ha decidido castigarnos donde más nos duele, en nuestra descendencia. 

Y que, a diario, la muy despiadada, toma por el cráneo y con sus manazas a los más jóvenes y bellos ejemplares humanos -justo cuando alcanzan a tener uso de razón- y, mirando a ese cielo donde se ubican las grises nubes de Google, los condena a prestar atención permanente al caos generado por los sonidos más perturbadores allí guardados: sin ir más lejos, la música creada por cualquiera de los grupos dispuestos a actuar en el AMFEST (el festival de las músicas experimentales más ruidosas y estremecedoras del mundo). Igual da que resuene en sus molleras Metallica que Daddy Yankee o AC/DC, el nivel de la música a la que son sometidos sus pobres oídos acabará significando una pérdida fatal para la especie que encarnan: la audición.

Todas las diosas tienen algo de odiosas. 

Hera, la responsable de proteger el matrimonio, lo fue cuando desenmascaró a Eco, la ninfa de la oratoria más ocurrente y bella jamás oída. Ofendida por la complicidad de ésta con los constantes escarceos del promiscuo Zeus, la castigó a perder el sonoro don del habla y a únicamente poder responder con la última palabra de su interlocutor…  Y así pasó a la historia el eco de Eco, y así se hace inmortal cada vez que nos asomamos a túneles y barrancos. El castigo impidió a Eco poder declararle su amor a un hermoso cazador llamado Narciso. El cual, no se libro tampoco de otro terrible castigo por reírse de la ninfa y sus sentimientos… ya inconfesables. Pobres.

En la mitología hay que andarse con ojo, porque si te descuidas viene una diosa y te lo saca. La mayoría de ellas son de armas tomar. Estoy seguro de que la agraviada Íchous no se va a conformar con dejar sordos a nuestros hijos.

Es más, estoy seguro de que se ha compinchado con otras colegas del Olimpo y se está cebando de mala manera con los seres humanos del mañana, obsesionados por ingenios tan paralizadores y parasitarios como lo son los móviles, las apps, los videojuegos, los robots…  Íchous no está satisfecha con crear tipos estéreo, también se ensaña con ellos haciéndoles sucumbir al encantamiento de los más despiadados estereotipos: 

Comer una acartonada pizza sentado en un escalón o en un banco, sin duda es un tormento ideado por Hestia, la diosa de la cocina y ese fuego que da calor y vida a los hogares, abocando a los jóvenes al inframundo de las calles más siniestras.

La ropa luctuosa también es otro lamentable estereotipo. Seguramente impuesto por Nicte, la diosa de las tinieblas más oscuras del Hades. Su condena es alejarlos visualmente del día y de la luz… Y convertirlos en pobres moradores del reino de las sombras y la perpetua noche (creo que me he pasado). 

Los dolorosos tatuajes y piercings, seguro que también son otro estereotipado castigo. Ideado imagino por la mismísima Deimos, la diosa del dolor y la pena, la personificación del sufrimiento y el terror entre los humanos. Ella les ayuda a alejarse de la trivialidad del conjunto, pero les lleva a abrazar el tribalismo del grupo sometiéndolos a la aflicción que causan sus más sangrantes y pintorescos rituales.

Visto lo visto y oído lo oído, he decidido irme de vacaciones a Grecia, hacer una excursión al Olimpo de los Dioses y pedir cita con Afrodita, la diosa de la sensualidad y el amor, la diosa del placer y la procreación, para que interceda por nosotros y salve a nuestros jóvenes de una sordera y ceguera que parecen inevitables, para que los devuelva de una puta vez a la senda de lo bello y lo natural.

Chavales, qué las más empoderada de las diosas os proteja de cualquier tipo de estereotipo. Sobre todo de los que dañan algo más que vuestra imagen.