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caer en el olivo

La naturaleza es caprichosa. Y las ramas de los olivos más. Y la negligencia de los que se saltan un stop más aún. Y la actitud irresponsable de una autoridad que nunca se «multa» a sí misma cuando debe por no resultarle lucrativo, algo que no tiene nombre (un delito nunca imputable y que siempre queda impune).

La desidia es una constante en nuestra naturaleza -aunque sea más en la de unos que en la de otros-. Fíjate y verás que cualquier “stop” puede dejar de ser una señal de alerta y caer en el olvido. Que es como “caer en el olivo”.

Cuántas veces intuimos algún peligro y no le prestamos atención. Ante un stop nadie debiera pasar de largo. ¡Y son tantos los que no respetamos!

stop camuflado entre ramas de olivo

Muchas señales de peligro se han encendido en nuestras vidas… Pero nada hacemos, dejamos que los días enmarañen más y más esas advertencias, hasta convertirlas en señales de stop que “caen en el más absoluto olivo”.

El desmantelamiento permanente de lo que  permitió durante siglos una existencia viable.

La super producción irracional y los subterfugios para que ésta sea incesante.

Los gerentes de la desmesura: la publicidad y las mentiras, la permanente revolución de un concepto inagotable: lo nuevo, la concentración de poder con la sola finalidad de poder más.

Las irrefrenable degeneración política, que menos que nunca busca el bienestar general.

La alimentación basura, consumida con desmesura para engordar las cuentas de los que no sufren produciendo obesidad y muerte.

La plastificación de nuestras vidas, nuestro organismo y nuestros entornos.

La super protección patológica de una niñez sin espacios y, a la vez, la falta de atención a unos ancianos que no tienen lugar en.. ¿la familia?

La negación del esfuerzo como vehículo para alcanzar metas y la deshumanización de las relaciones, la robotización, la “virtualización” de la realidad.

La inmediatez en todos los procesos como único factor para validarlos.

Las consecuencias de la cultura “digital» en el funcionamiento de nuestro organismo, acostumbrado desde su origen a dar cualquier paso adelante de forma “peatonal”.

Las cotas constantes de violencia en los medios, en la calle, en los hogares. Su normalización. Su consideración de producto para el consumo.

La entronización de la zafiedad y de los zafios como modelos a seguir.

La globalización de un mundo que se aproxima a la punta del alfiler que es tener una idea engañosa del progreso.

Nuestra enredosa naturaleza tiende a ocultar las señales de peligro y pasarlas por alto. Tarde o temprano, todos tendremos ese accidente que parece inevitablemente mortal.

Me hace gracia ver a las autoridades que han permitido llegar a este punto levantar la voz para alertar, escondiéndose en acrónimos inmterminables, haciendo discursos rimbombantes en foros grandilocuentes y viviendo de la propia causa que debieran combatir.

Porque, ¿dónde están y que hacen hoy los responsables si no es dilatar las respuestas?

Hay muchos stop, y no por NO querer verlos, dejan de estar ahí. Va siendo hora de detenernos y dejar de confiar en que los que mandan harán todo lo posible para que, de seguir así, estemos a salvo. Ellos, la mayoría de las veces, sólo saben enredar, para que no veamos ni el stop, ni lo que se nos viene encima.

Lo más fácil es que cualquier señal de peligro, “caiga en el olivo”.