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el baile de las icnitas

Nov 5, 2021

Hace días que fui a la playa. Ahora la lluvia y el frío la hacen menos apetecible. Así que hoy la recuerdo. También una imagen que me llamó entonces la atención. La capté y me trasladó a un futuro más que remoto para imaginar depronto a unos arqueólogos tratando de desentrañar el secreto del montón de huellas impresas en la orilla y que yo mismo, con mis pies, contribuí a apretujar. Ficción que sólo podía tener lugar en mi mente aceptando el triple supuesto de que … uno: aquellas huellas llegasen a convertirse en fósiles a consecuencia de algún telúrico e inimaginable motivo; dos: que algún percebe, en ese tan lejano día, se dedicara a la arqueología en lugar de a desarrollar microchips;  y tres: que se diese el hipotético caso de existir un futuro para ese mismo futuro.

caos de pisadas en la orilla

Pensé que aquella imagen llena de simbolismo estaba en lo cierto, aquellos pies hablaban por los codos.

Había pisadas de todo tipo y talla, atropellando unas a otras, dirigiéndose en todas y ninguna dirección. Aquello era un baile disparatado de icnitas que sin duda podía llevar a las conjeturas más peregrinas.

-Están datadas alrededor del 2020 dc. Miradlas con detenimiento. Me pregunto ¿qué extraño suceso tendría lugar para que aquel grupo de sapiens tuviera una conducta tan desconcertante, a qué podría deberse este evidente delirio colectivo?… Pienso que algo tuvo que ocurrir para llevarles de forma tan llamativa a perder el sentido de la orientación.

-Tal ve una saturación de los niveles de CO2 en la atmósfera, ¿eso les provocaría una lenta pero severa hipoxia cerebral llevándoles a vagar sin rumbo, sin reconocerse mutuamente, a llevarse unos a otros por delante.

-No tiene pinta; tal vez se trate de algo más repentino: el pánico que cundió ante una posible fuga radiactiva, o una alerta por algún tipo de cataclismo, tal vez una invasión de… ¿extraterrestres?

-¿Y si fuese la consecuencia provocada por un falso profeta del Apocalipsis llamando al éxodo masivo, al retorno a la madre naturaleza y, confundidos descubrieran que ya nadie tenía claro en qué dirección la encontrarían?

(…)

El ser humano se ha pasado la vida entre vagando y divagando, creando ficciones y cábalas, imaginando soluciones y suposiciones, escribiendo y reescribiendo la historia de su caprichosa historia, marcada por una evolución plagada de vaivenes y siempre confundida por una idea muy sesgada de lo que significa El Progreso Humano.

Ese delirio de huellas en la playa me sigue llevado a pensar en la cantidad de veces que el camino emprendido no nos ha llevado a ninguna parte y hemos tenido que volver a considerar un Renacimiento.

Yo no soy ni por asomo arqueólogo, ni estaré en el futuro para especular sobre los derroteros que siguió mi especie, pero aquella mañana comprendí que una y otra vez hemos pasado de las andadas a las desandadas en nuestro equivocado viaje a Ítaca, dando pasos en una dirección y luego en otra, en un sentido y en el opuesto. Primero para llegar lejos, después para ver errores y volver sobre nuestros pasos a reconocer ventajas en lo anterior, en aquello que rápidamente fue descalificado y desclasificado. Nunca la mesura ha presidido el viaje, nunca un equilibrio y una estabilidad duraderos.

Ahora, audaces visionarios de una esperanza menos colectiva, auguran un futuro sólo a aquellos que sean capaces de gestionar su vida por sí mismos, a aquellos que se atrevan a cambiar el paradigma evolutivo y cuenten hoy con sus propios recursos de tierra, agua, hogar… para los que tengan los conocimientos más rudimentarios de agricultura y ganadería y estén dispuestos a trabajar sin la meta del lucro.

¿Ha sido necesario llegar tan lejos para plantear esto ahora, para descubrir que vaciar de vida el campo y los pueblos ha sido una insensatez, que la globalización perjudica, que hay que acudir al sol para entender nuevamente la verdadera energía que posibilita la vida sin sobresaltos, que urge volver a llenar de árboles el mundo, reforestando los bosques salvajemente y así poder disminuir la temperatura del planeta,  que hay que proteger a los seres y a la familia del estrés y la muerte de vínculos imprescindibles, que la soledad es una realidad colectiva despreciable, que el consumismo es una grave enfermedad, que hay que volver a reutilizar, que…?

No, no hay visionarios, lo que ha habido y hay son evidentes evidencias de un progreso erróneo y el que no quiere verlas, es porque vive de la danza, creando coreografías y marcando los pasos para que nadie pierda el ritmo en este alocado y delirante baile de futuras icnitas.