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kiitos Suomi

Ene 16, 2022

La vida te puede dar una lección cuando o donde menos la esperes.

Los WC siempre me han parecido una buena escuela en la que aprender, y además disciplinas tan variopintas como la gramática, la ética, la lógica, la fontanería, la albañilería, el interiorismo, los deportes (sobre todo, esos que exigen puntería)…y además, desde que existen los sensores de movimiento para activar la luz, hasta se puede aprender a dirigir la Filarmónica de Viena (incluso a ciegas).

cartel en urinario

Ayer fui a un restaurante finlandés. Está en Fuengirola, en Los Boliches, en un barrio…  podría decirse que del mismísimo Helsinki; porque, en él, habitan centenares de estos escandinavos; todos los que han elegido la Costa del Sol para vivir el invierno sin anoraks. Tiendas, escuelas, restaurantes… El barrio es suyo, y está a su entera disposición, porque ellos mismos se lo han montado a su gusto. 

Se ve que no han aprendido a valorar el sabor y los beneficios de la comida hispana -que no siempre tienen mucho que ver con la renombrada dieta mediterránea-. Pero eso es harina de otro costal, yo quiero centrarme en otra cosa, en la lección que hoy he aprendido frente a la taza de un “pönttöön”. 

El 99% de los comensales del restaurante son fineses, y bastante mayores. Tanto, que los doy por jubiladísimos. Su pretérito rubio ha dado paso unas bellas cabelleras de un blanco tan níveo como el invierno nórdico. He ido a comer allí en tres o cuatro ocasiones. Creo que cada vez que he sentido la necesidad de comer sin grasa. 

Allí siempre he sido el único español sentado frente a un plato. La última vez, necesité algo más que quitarme el hambre -llevaba toda la mañana orinándome-. Cuando entré al servicio, y mientras entendía que la felicidad está sobre todo en las cosas simples, comprendí que esta gente me estaba dando la oportunidad de aprender algo. Una lección también bastante simple: la importancia de reconocer y poner de manifiesto el agradecimiento. 

Los dueños del local, lo han demostrado hacia el país en el que viven y, a su discretísima manera, se lo han expresado a la sociedad que generosamente los integra. Lo que depronto yo he visto, me parecería digno de ser sometido a la consideración del vehemente, enredoso y tantas veces confundido colectivo de los españoles. Este depronto, va a ser mi forma de agradecerles a ellos la lección que me han dado.

Allí, frente al urinario, han puesto un cartelito informativo para evitar que se arrojen papeles al WC. Pone lo que se lee, que no es nada interesante; sin embargo, si te paras a pensar -inevitable en tales circunstancias-,  verás que allí hay un mensaje más no está escrito. Y que deriva del orden de lo escrito. Han tenido la gentileza de poner en primer término el ruego en el idioma de la inmensa minoría que allí entra a mear. Y como sé de su seriedad y educación, he deducido que el orden de los idiomas elegidos para el mensaje, no ha sido, ni mucho menos, aleatorio, sino más bien, muy deliberado.

Están en España, viven en y de España, lo suyo es mostrarse agradecidos; y lo hacen expresándolo en el idioma del pongamos- 1%, de los comensales. Su educación y generosidad les lleva a situar su idioma, o sea, el idioma del 99% de los restantes comensales, en último lugar. Ese estúpido detalle os honra, suomis.

Y encima, por si fuera poco, tienen la educación de ponerlo en Inglés antes que en el propio Finlandés. Me quito la gorra, suomis.

(La verdad, uno se siente raro al plantear algo así; es como haber elegido para el examen oral el tema equivocado, ése que sabes no te lo va a aprobar la mitad de los examinadores. También de esta última inquietud mía, debiéramos extraer alguna lección los españoles).

La inmersión lingüística nada tiene que ver con el respeto y la consideración necesarias, con la negación de la más evidente de las realidades, con la generosidad y la inteligencia que se precisa para ir por la vida sin situarse al lado de lo ridículo y conflictivo.

Yo he llegado a NO encontrar, sin duda intencionadamente, el idioma común para comunicarnos en espacios comunes… es decir: me he topado con la más absoluta falta de sentido común y consideración hacia la mayoría, en mi propio país.

Restaurantes catalánes con cartas en Catalá, Inglés, Alemán, Francés… y cualquier otro idioma, menos en Castellano/Español. Museos gallegos con carteles y leyendas escritas únicamente en Gallego. Exposiciones vascas con audio-guías sólo en Euskera. Talleres-aula asturianos empecinados en que, el que los visita, aprenda un idioma que no hablan ni los mismos asturianos, el Bable…

Es una pena, que tengan que venir unos Finlandeses a darnos una lección tan elemental: 

el Castellano/Español, con o sin referéndums, es el idioma que nos une, el idioma que se habla en un espacio de momento común y que compartimos desde hace mucho. España es un restaurante en el que “comemos” y disfrutamos de la sobremesa el 99% de los que tenemos un mismo DNI. Sólo por eso, tenemos que estar agradecidos y reconocerlo, los unos y los otros. Con un idioma no se libran batallas, sólo se facilita la comunicación y se hacen amigos.

Gracias a vosotros, queridos amigos del norte, hoy lo he visto aún más claro,  

                                                     Kiitos Suoimi

                                                    Thanks Finland

                                                   Gracias Finalandia