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tú de aquí no sales sin un rasguño

Sep 27, 2021

A la hora de aparcar, no sé si lo sorprendente es tu incapacidad para maniobrar, tu insuperable osadía, o esa manifiesta despreocupación que demuestras por lo que se pueda pensar de ti.

Tremenda capacidad la tuya, sir o sor citroën, para situarte muy al margen de la más sencilla de las reglas, de la más primordial de las decencias, de la más rudimentaria de las consideraciones. Me gustaría decir que eres único, pero no, me resulta difícil hacerlo porque, desgraciadamente, hay muchos que se conducen como tú.

coche mal aparcado

Aparcando mis viscerales prejuicios, no sé si encontrar algún elemento de admiración para salvar a los tipos (o tipas) como tú. Tal vez únicamente podría señalar que demuestras tener un concepto extremo de lo que para ti representa la libertad. Bravo por ello. Pero este rasgo tuyo, siempre será algo admirable en una medida infiniiiiitamente menor al desdén que demuestras por el menor de los derechos de tus semejantes.

Nunca me he preocupado por alcanzar a entender el origen y sentido de la palabra “canalla”. Hoy, después de aparcar en un centro comercial y ver tu simpático citroën, me han entrado ganas de hacerlo:

“Canalla proviene del latín “cãnis” (perro) -que en sentido figurado ya era y continúa siendo un insulto- y, concretamente, de la voz italiana ‘canaglia’, que se correspondía con  ‘jauría de perros’.

Además, el diccionario define “canalla” como “persona ruin que actúa sin atender a ninguna moral”.

Efectivamente hoy he visto las maniobras que realiza alguien para entrar a formar parte del selecto club de los pequeños “canallas”. En él se juntan un montón de miembros todos ellos compartiendo un inocente y candoroso apelativo, el de “inmorales”.  Hay un montón de ellos, están por todas partes, aparcados y apalancados: bandidos, granujas, pillos, bribones, rufianes, villanos, bellacos… Sobran ejemplos en esta sociedad.

Del bombo de los que se conducen así por la vida, pueden extraerse muchas conclusiones, y he de aceptar que todas resultan inquietantes y me frenan en seco a la hora tener que tratar con ellos.

Por ejemplo,

… yo jamás encargaría cuidar mi jardín a alguien que aparca así, porque estoy seguro de que me sisaría el abono al cuidar mis plantas. Ni lo contrataría para trabajar en un comedor escolar, sabría de antemano que siempre se quedaría algún niño sin postre. Ni lo elegiría como vecino, porque no dejaría de pensar que me pincha la luz para no notar en su factura la subida de las tarifas eléctricas. Ni para pasear a mi mascota, la pobre moría de tristeza sin ver un solo día el Sol. Ni lo nombraría financiero de mi empresa, porque su letra preferida a la hora de facturar sería la B y tal vez me obligaría a decirle en alguna ocasión “se fuerte Luis”. Ni concejal de urbanismo, porque sacaría tajada de la tajada facilitada mediante alguna argucia a los que segura y cariñosamente llamaría amiguetes. Ni presidente del gobierno de todo un país, porque sé, y a ciencia cierta, que sería capaz de pactar con los que, desde dentro del Estado, atentan contra ese mismo Estado, y con el único fin de sentir que camina con alguna garantía por el slackline de El Poder.

No, no acabaría nunca de imaginarte aparcando en alguna plaza o puesto de la sociedad.

Sinceramente, sir o sor Citroën, sé que tu ejemplo hace estragos y agosta el campo del respeto a los demás como el fuego cuando llega el verano. Tipos (o tipas… ¡o tipex!) como tú, crean un estilo o modo de comportarse basado en ese individualismo egoísta e incívico que ya se expande sin remedio alguno, -por cierto: “civismo”, palabra lamentablemente desterrada por absurdos recelos-. Todos ellos, como tú, impiden constantemente conjugar la existencia entre iguales sin crear injustas desigualdades, sin perjudicar a esos que llamáis semejantes pero que entendéis siempre tienen menos derechos.

Lamentable tu forma de conducirte en la sociedad.

Si pensabas que ocupando dos plazas ibas a librarte de algún arañazo, vas de culo. He borrado tu matrícula, pero no creas que es tan necesaria para identificarte. Eres un perro aparcando, un tipo (o tipa) que nunca saldrá ileso de la consideración de miembro honorífico del club de los pequeños canallas.