descerebrado
Bajo un puente de hormigón sobre el que circulan miles de almas al día pagando demasiados peajes por el mero hecho de existir, alguien ha hecho un grafiti con mensaje.
Sobre uno de los muros del oculto forjado he leído: “quitaos los cerebros y poneos cómodos”.
A la mayoría de los grafiteros anónimos les excita la transgresión. Sin mucho más.
Qué correcto éste escribiendo con su perfecta caligrafía imperativos, se ve que sabe lo que escribe. Lo que no tengo tan claro es si sabe lo que dice.
Puedo entender la intención de su propuesta, descomprimiéndola y bienintencionándola : “desmantelad vuestras hackeadas mentes, necios, sólo así, alcanzaréis a sentir el confort de la libertad”.
Para ello nos plantea esta “gentil” fórmula de cortesía, animándonos a la autodestrucción mediante una imaginaria lobotomía, única entrada posible para su función, una función aún por determinar, y con el aguijón de su lenguaje para que nadie pase de largo sin recibir su merecido picotazo.
Plantear a un ser racional que prescinda del cerebro es una canallada, colega, algo que sólo se han atrevido a proponer/imponer los más canallas.
Cualquier acción que promueva desmontar si obedece a un imperativo me repele. A mi modo de entender, hay verbos que en su forma imperativa siempre serán detestables: quitad, liquidad, suprimid, erradicad, excluid, eliminad… Siempre son arrojados desde la tribuna de un narcisismo delirante, desde el ansia y el furor que producen los ataques de epilepsia que sufren los megalómanos.
Querido grafitero, no pienso descerebrarme para celebrar tu desconocida idea de la libertad. Y sí pienso, seguir usando el cerebro para ponerme a salvo de todo tipo de imperativos que no sean los que he asumido por el mero hecho de vivir en un mundo con reglas. Me propones el nirvana, y ese mismo cerebro que he de anular, me dice que no existen los paraísos. El cerebro sirve para lo que tú pretendes y para mucho más, para conseguirlo de una forma menos alienante y devastadora, para entender que la verdadera libertad exige pensar. Todos los tiranos han tratado de anular el pensamiento adoctrinando con imperativos, ¿por qué será?
No me convences, lo tuyo no es la utopía del bienestar lo tuyo es la distopía del caos.
El vacío que preside nuestras vidas no se combate vaciando. El orden que impera en nuestra sociedad no se cambia con imperativos. El sueño al que aspiras, no se pinta de colores, se realiza con esfuerzo y con bastantes… sudores.
Siento ser tan crítico, pero ante tu gran propuesta, no me quito el cerebro.