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alberto, deja de jugar

Dic 13, 2021

Un juguete es sólo un instrumento. Un niño su intérprete. 

(Para los defensores – y defensoras – del lenguaje inclusivo: también una niña). 

Los niños no necesitan partituras de nadie para hacer vibrar su imaginación; todo lo que tocan suena fascinante, todo lo que cae en sus manos se vuelve fantasía y felicidad. A veces también envidias, rabietas y llantos.

Impedirles jugar retirándoles sus juguetes por un día es un absurdo. Sencillamente porque es un imposible. Un niño nunca deja de fantasear y jugar, le bastan una brizna y un golpe de viento para convertirse en un rompehuelgas.

Lego chico, Lego chica de fiesta.

La noticia de convocar una huelga de juguetes durante 24 horas para acabar con los “estereotipos” del sexismo, es la propuesta del comprometido y ocurrente Ministerio de Consumo. 

Me ha entrado un depronto, cuando me he enterado de esta cucamona ideológica. 

Cuando un adulto se pone a jugar con “sus razones” para demostrar su verdad y convencer de que es absoluta, puede resultar predecible, forzado, falso y hasta despótico.

Sócrates dijo, con más humildad que convencimiento, aquello de “yo sólo sé que no sé nada”. Con ello, entiendo, trató de indicarnos cuál es la actitud ante la vida y sus infinitas incógnitas. El hombre sabio habló así, con esa tremenda cautela para evitar la tentación de convertir las ideas de uno en verdades para el conjunto. Descartes fue más vehemente aún al decir “daría todo lo que sé por la mitad de lo que ignoro”. ¡Qué hermosa lección de sencillez y modestia!

Es indudable que estos tipos desconocían el significado de las palabras dogmatismo, prepotencia o fundamentalismo.

En nuestra sociedad hay demasiados portavoces…

(para los defensores del lenguaje inclusivo: también portavozas),

… divulgando los oráculos que dicta el dios de su propia conciencia. Nuestro Ministro de Consumo, Alberto Garzón, ha propuesto una huelga de juguetes para combatir el sexismo juguetón y juguetero entre los niños y niñas, entre los fabricantes y los compradores. ¿Una huelga convocada desde un gobierno, y de izquierdas?… Se ve que el Ministro tenía mono, que añoraba sus tiempos mozos.

¿De verdad piensa que poner a jugar a un niño con una batería de cocina en lugar de una batería antiaérea va a doblegar la naturaleza de los niños peleones? ¿De verdad piensa que poner a jugar a una niña con un transformer precisamente va a “transformar” su carácter reposado, su precoz madurez  o su posible ilusión por vestirlo de rosa?

Un niño puede fabular con un cazo y lanzar misiles contra los enemigos de su imperio mental. Y una niña puede dar de comer y acunar al más feo y desagradable de los transformers pese a las consignas juguetonas de los muñecos de Garzón.  

Lo tengo claro, Sr. Ministro -y excelentísimo séquito de sesudos consejeros-, el foco de atención hay que ponerlo en LA EDUCACIÓN. Pero no la de los niños, NO, eso es simplificar las cosas, el foco hay que ponerlo en los adultos.

(Para los defensores del lenguaje inclusivo: también en el de las adultas).

Los responsables de definir e impulsar los patrones de conducta que los niños repetirán, sin duda, al crecer, son los adultos. Lo que viene a significar que del “sexismo” y sus consecuencias es responsable la sociedad, no los niños, nunca sus juguetes. Empezando por los padres y madres, porque dependerá de su compromiso con la educación que ellos les faciliten; de la forma en que, frente a ellos, resuelvan sus diferencias y evidencien su compromiso con la “igualdad de genero”, de los valores que hagan primar en casa. Pero va más allá de los padres, también es responsabilidad de los encargados de la programación de la tele que ven sin pausa, de los guionistas de sus películas preferidas, del perfil de sus héroes y heroínas; incluso de las palabras que emplee el chófer del bus escolar cuando tenga que frenar bruscamente por culpa de otro conductor o conductora, de los gritos que da la vecina al pobre anciano con el que vive y al que llama papá, de la violencia que desaten los padres de sus mejores amigos en los partidos escolares al pitarse una falta, de la imagen que puedan llegar a dar una policía, un barrendero o un Papá Noel, y, sobre todo, de la impotencia y desconsideración que sienta cualquier profesor o profesora al sancionar una mala conducta. 

No, el sexismo, el machismo, los prejuicios, el rechazo, la intolerancia… no se solucionan gastándose 100.000 euros en organizar una huelga de juguetes, una huelga que ni siquiera pretende manipular a los niños, sino a los votantes. El Ministerio de Consumo ha hecho una campaña de  autopromoción descarada. Proponiendo una huelga que huelga, desviando la atención de lo verdaderamente importante, de lo que son auténticos problemas de la sociedad, más serios y comprometedores que el mensaje del anuncio que nos quieren hacer ver. 

Me he preguntado: ¿por qué nunca propondría algo así un ministro de consumo danés, alemán o sueco?

Sencillamente porque sería un mensaje inaceptable para una sociedad en general más madura, educada y cuidadosa con el modelo propuesto a sus ciudadanos más jóvenes. Nuestra sociedad hace tiempo que también emprendió un camino sin retorno: equiparar en derechos y deberes a mujeres y hombres. Por nuestra naturaleza y trayectoria, estoy convencido de que aún llevará algún tiempo, tal vez una o dos generaciones. De momento lo único útil que puede hacer Consumo para alcanzar esa meta, si es que realmente le interesa, es ayudar a los que están trabajando en ese relevo generacional, fundamentalmente a los Maestros y Profesores.

(Para los defensores del lenguaje inclusivo: también a las maestras y profesoras).

Hay que valorar seriamente su labor, reconocer su papel y hacerles sentir el apoyo y la esperanza puestas en su determinante tarea.

El imaginario lúdico de los niños está a salvo de cualquier manipulación que se haga con sus juguetes, con sus intereses, con su imaginación.

Ni Usted, Sr. Garzón, ni sus asesores, impedirán que los niños despeguen y vuelen con su fantasía y con los juguetes que ellos, cada día – y en cada momento -, elijan. 

En cambio, pienso que Usted sí debiera dejar de jugar a “los chuliministros” con su juguete preferido: una cartera. Y, por favor, no por un día, sino de una vez.