en las antípodas, Rafa
Es donde tú estás, hasta sin moverte de casa.
En las antípodas de lo acostumbrado. En las antípodas de la impostura y el “postureo” que tan a menudo vemos en la alta competición. En las antípodas del vocifero y el ruido mediático. En las antípodas de la rivalidad insana y el juego sucio. En las antípodas de la habitual e insufrible soberbia de los grandes deportistas. En las antípodas de la exageración, de la teatralidad y los titulares más lucrativos.
Ahí estás tú, Rafa, en las antípodas de la mediocridad.
Ya tienes tu 21 Grand Slam, el que te encumbra a la estratosfera de los mayores y más sufridos logros en el deporte. Tu título es ser el campeón más grande de todos los tiempos jugando al tenis, y el tipo más ejemplar para todos, hasta para los que no quieren darse por aludidos.
Y lo has conquistado en Melbourne, Australia, en las antípodas.
Tu grandeza se ha hecho evidente ante el favorito; hoy, el segundo mejor tenista del mundo, 10 años más joven que tú, frente a un mal… educado y perdedor, y en el momento que todos creían ya era hora de recoger los bártulos y retirarte.
No conoces la palabra “rendición”, nunca mostraste una actitud de entrega ante la adversidad, nunca te doblegaste ante un match-ball de tu oponente. Eres un luchador nato (natal), indestructible. Lo tuyo es muy fuerte para ser cierto, chaval.
Australia ha sido una auténtica proeza.
Me enorgullezco de ser tu compatriota y coetáneo. Me encanta haber podido contemplar tu grandeza en tiempo real y haber vivido todos tus éxitos en presente. Nadie sabe la fortuna que ha sido no haber tenido que oír hablar de ti, si no, haber podido hacerlo yo mismo desde la permanente admiración.
Rafa, has sido y siempre serás una suerte.
En Australia, y una vez más, has demostrado estar en las antípodas de lo acostumbrado.
Bravo por ti.