in móviles
La telefonía va camino de convertirse en tele-afonía colectiva; es decir, en un medio de comunicación que produce una total incapacidad para hablar y permitir entenderse los unos con los otros -y lo que es aún peor, ya ni entre amigos-.
Seguramente la razón es que ha dejado de ser fija para convertirse en móvil.
Hay un porqué: el sonido -¡oh, milagroso hecho éste!- ha acabado engendrando la imagen. Cuando un sonido encima se ve, es demasiado poderoso y nos arrebata y aparta de todo lo que nos rodea. Si te fijas, verás que de mala manera.
Antes, tres amigos lo compartían todo. Hoy, en cambio, eligen la virtualidad de lo irreal para, como he podido comprobar, limitarse a coexistir sentados en un banco de la calle. Donde antes charlaban de tías, daban las primeras caladas a un cigarro o tramaban alguna aventura prohibida, hoy sólo he visto a tres espectros compartiendo el mutismo al que obliga el apasionante mundo rectangular de sus móviles, un mundo por una parte infinito, y por otra tan restringido que se reduce a aquel triste y trasnochado “tú mismo con tu mecanismo”. Hoy, he visto que tres amigos se conforman con el silencio para estrechar unos lazos condenados, si no cambian las cosas, a lo intrascendente. Pronto tres amigos sólo serán conocidos; después, simplemente desconocidos.
La telefonía, con la complicidad de unas redes ideadas para esa otra «pesca de arrastre” tan destructiva que son “las redes sociales”, está acabando con demasiadas cosas buenas que eran válidas y deseables. Los móviles se han vuelto un instrumento potencialmente alienante: toda la atención que exigen al individuo para interrelacionarse con su oferta, la convierten en falta de interés y consideración a los de su especie; toda la información minuciosa que ofrecen a la carta, la convierten en incultura general; todo el progreso que hoy representan, si no ponemos otros medios menos materiales a disposición de “ los novatos”, pronto acabará traduciéndose en un retroceso global en las relaciones humanas.
Hay que atender a los usuarios actuales y futuros de telefonía móvil, urge empezar a hablar de educar a los que han nacido en esta “era” antes de que sus vidas acaben en “erial”… Urge levantar la vista para mirar más allá de las narices de la tecnología, para volver la cara a los que nos rodean y hablar de hablar y escuchar, de ver la manera de volver a mover a cultivar, entre otras cosas, la amistad de verdad.
Y es que hablo de amistad entre jóvenes, pero a este problema tan presente no escapan los miembros de cualquier familia, los colegas de cualquier trabajo, los usuarios de cualquier empresa, los vecinos de cualquier ciudad…
¿Será por eso que así estamos, que por eso no-andan bien las cosas?
Pronto estaremos completamente “in móviles” e impedidos para algo tan elemental como es movernos a hablar unos con otros.