nada y menos
Hoy he recogido algunas fotos que hice en el mercado de Alinafe de Nkhota-Nkhota, Malawi. Al llegar a casa las he dejado sobre la mesa, junto a una revista en la que aparece un descapotable que quita el hipo, exhibiéndose en no sé qué edición del Salón del Automóvil.
Ha sido entonces cuando he visto clara la diferencia entre NADA y MENOS.
Después de haber vivido todo un año en el tercero, sé que el mundo se divide en dos: los que no tienen NADA y los infelices que, sin saberlo, tienen MENOS.
NADA, es tener de comida sólo maíz una, dos o ninguna vez al día; pero celebrar cantando y bailando que sale el sol cada mañana. Y hacerlo incluso en el día más gris del año.
NADA, es no tener ninguna consideración a la muerte, y verla con una naturalidad que da pavor a los que al morir no permaneceremos vivos mucho tiempo en la memoria de nadie.
NADA, es saber que nada es seguro ya que todo se puede perder en un instante; pero que cuando lo que tienes es nada, curiosamente, perderlo todo no significa nada.
NADA, es desconocer la palabra soledad porque siempre hay alguien a tu lado, y al lado del que está a tu lado, y al lado del lado del que está a tu lado.
NADA, es no saber lo que es un reloj pero tener a la vez todo el tiempo del mundo para gastarlo a cualquier hora del día.
Y MENOS, es comer una comida de mentira, precocinada y envasada en atmósfera cero para alimentar la comodidad de una sociedad que se consume entre la obesidad y la anorexia.
MENOS, es ir a despedir a un muerto al tanatorio de la M-30 al que muchos no llegarán ni a ver a través del escaparate de una macabra tienda que se cierra al llegar la noche y por culpa de una reunión «súper importante» que lamentablemente les impidió llegar a llorarle.
MENOS, es vivir angustiado por la cuantía de una jubilación que nadie sabe si llegará porque precisamente nadie tiene seguro el futuro y una cosa llamada Seguridad Social, ya sólo puede generar inseguridad.
MENOS, es descubrir que has muerto en un piso repleto de basura porque tu cuerpo desprende más olor que las bolsas sin olor a pino que llevan un año acumulándose en el pasillo de un 5º piso en un edificio de la periferia declarado en ruinas.
Y mucho MENOS, llevar un reloj digital y usar un teléfono móvil que tiene un odioso tono que suena cada 5 minutos… y entrar en cualquier lugar y no tener tiempo ni de saludar… y perder una mañana buscando dónde aparcar un coche con navegador que pasa de 0 a 100 en 3 ó 4 segundos y tiene un montón de papeletas de ser multado por pasarse un minuto del tiempo de estacionamiento autorizado .
Por MENOS de NADA, yo me vuelvo a Malawi.