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naturaleza de la naturaleza

 Definitivamente, La Naturaleza se debe a su gran Voluntad.

La fuerza descomunal de un espíritu de lucha y superación únicos. Y que reside en su testarudez. Lo cual no debiera sorprenderme, puesto que soy parte de Ella. Sin embargo, Ella cuenta con algún tipo de estímulo que yo desconozco; en mí nunca he encontrado ni una millonésima parte de su obstinación.

La Naturaleza, por naturaleza, jamás se doblega.

Y para comprenderlo, no hace falta fijarse en sus grandes manifestaciones, como lo son las catastróficas consecuencias del cambio climático. Si abres bien los ojos, puedes ver que lo expresa siempre que puede.

la naturaleza de la naturaleza

 Llevo tiempo observándola y me fascina, además, esa curiosa forma que tiene de reírse de aquellos que cuestionan sus reglas, o sea,  nosotros. Me asombra ver con qué descaro se abre paso e impone la ley de una voluntad que debe ser sin duda la de su creador.

En el aeropuerto de Milán, antes de volar hacia Tirana, en el finger que llevaba a nuestro vuelo, me topé con el brote de un arbusto mediterráneo arraigando inexplicablemente entre los remates del frío aluminio que formaban la metálica piel de aquel pasadizo. Aluminio, acero, hormigón… ¡Qué extraño tiesto para una semilla que algún viento irónico y caprichoso llevó a aterrizar allí! 

¿Quién la regó?

En el asfalto de una carretera nacional de Costa Rica, los verdes brotes de una planta tropical habían reventado aquel símbolo gris del progreso, riéndose de la firmeza del destino que el hombre traza para seguir avanzando. Mirando a un cielo plomizo que me sugería la dirección que todo viajero ha de tomar tarde o temprano, comprendí que aquella planta se abría paso con una fuerza que no podía ser únicamente suya.

¿Quién se la infundió?

He llegado a ver cómo la naturaleza ha echado raíces en lo imposible, en la pared encalada de una casa del Cabo de Gata. Desafiando todas las leyes de la lógica -incluso las de la gravedad-, brotaba  de la cal con una alegría inexplicable. Como contagiada por la belleza de las plantas que adornaban los balcones. Pero ella no buscaba adornar, ella había nacido para hablar, y para resaltar su mensaje había elegido un fondo blanco, y para destacarlo vivir a cinco metros sobre el nivel del suelo. Su mensaje era tan sencillo como rotundo: “nada me impedirá ser”.

¿Quién lo escribió?

 Así es esa voluntad, manifiestamente fiel a sus principios y leyes. Empeñada constantemente en devolver el protagonismo a aquello que, mientras la existencia se base en la vida, nunca debiéramos perder de vista: La Naturaleza.