Noel y su teta
La teta es de mi hija. Y, siendo él de ella, Noel es más de la teta.
Si preguntas a Noel a quién pertenece su teta, responderá con gestos, alguna palabra rota y con una vehemencia sobrecogedora, que es enteramente suya (y siempre se refiere a la que primero coja).
Tengo la sensación de que llega a ver la teta con total independencia de su madre. Por eso se sirve de ella en cualquier lugar y sin preguntar. Mi hija se limita a custodiar y acarrear su tesoro. Ella es el druida, su teta la marmita, y lo que en ella se cuece una especie de deliciosa poción mágica que, por derecho propio, le pertenece. Un derecho que, como buen guerrero ninja, defiende a capa y espada, y es que, gracias a su teta, Noel es capaz de superar todos los obstáculos y sinsabores del mundo:
Se cae; busca la teta, da un trago de Voltadol en solución y del batacazo sólo quedan el chichón y un leve gimoteo.
Se rebota porque su hermano le quita un juguete; busca la teta, juguetea con ella mientras berrea y traga saliva, y se puede concluir que al final se lo pasa… eso, teta.
Se siente perdido y no encuentra una buena razón para ser feliz; busca la teta y, con los ojos cerrados, llega sin rodeos a su meta: Gozo, Placer, Satisfacción, su GPS.
Se desvela con una horrible pesadilla; se enchufa a la teta, succiona su blanquecina infusión de melisa con valeriana y cae nuevamente rendido en los brazos del más paternal de los Morfeos.
Cuando su madre se cansa y dice “ya está bien, Noel”, se siente ofendidísimo. ¿Quién es ella para negarle “su sostén y la piedad de un nido siempre en calma”?
Noel y su teta têt à têt: un tándem inseparable. (Y lo que te queda, hija).
Sí, creo que Noel quiere más a su teta que a su madre. ¿Y cómo es eso posible?
Muy fácil: una mama es llanamente una madre sin tilde. Si mama y mamá no son lo mismo, es porque los enanos como Noel le quitan el acento a su madre para ponérselo a su teta.
Qué mamones, tan chicos y lo bien que acentúan, ¡son la leche!