qué te empuja
¿En qué se diferencia el empuje desafiante de un brote de Bignonia Venusta, del que llevó a los babilonios a levantar la que sería “Torre de la Confusión” y así vengarse de El Diluvio enviado por un dios implacable con la más… «trepa» de sus criaturas? Francamente, lo desconozco.
Aunque se diría que en nada. Salvando la dimensión del empeño, a ambas criaturas las empuja/empujó el ánimo de imponerse y prevalecer en la vida.
¿En qué se diferencia el empeño escalador de un brote de Bignonia Venusta, del que llevó al estratosférico Edmund Hillary hasta la cima del planeta?… Francamente, lo desconozco.
Aunque se diría que en nada. Salvando las distancias -qué más da que sean ocho que ocho mil los metros-, a ambas criaturas las empuja/empujó un mismo espíritu de superación en la vida.
¿En qué se diferencia el ánimo de poner color que tiene cada brote de Bignonia Venusta, del que llevó a Claude Monet a impresionarnos con la viveza de su pintura?… Francamente, lo desconozco.
Aunque se diría que en nada. Dejando aparte matices, a ambos sujetos les empuja/empujó el mismo deseo de inundar de cromatismo y de vida la verticalidad.
¿En qué se diferencia la voluntad de vivir de un brote de Bignonia Venusta, del que inspira al Institute of Cancer Research en su lucha por anticipar la detección del cáncer y prolongar la vida?… Francamente, lo desconozco.
Aunque se diría que en nada. Sin entrar en las técnicas de cada cual, a ambos entes les empuja, obsesivamente, una misma determinación: preservar la vida aferrándose a cualquier descubrimiento en su camino.
¿En qué se diferencia el afán de navegación de un brote de Bignonia Venusta, del emprendido por el “amazónico” Jeff Bezos para colonizar Marte con sus naves-aldea autosuficientes?… Francamente, lo desconozco.
Aunque se diría que en nada. Dejando aparte escalas y magnitudes, a ambos individuos les empuja el mismo sueño: plantarse en lo desconocido para que, así, siga teniendo lugar la vida.
Cada vez tengo más claro que la inteligencia es sólo un recurso más de los muchos que han desarrollado los seres que viven en este planeta para alcanzar un mismo fin. Porque aquí, todo el mundo, ya sea una pequeña bacteria o una secuoya gigante, está sometido a un mismo empuje y trabaja en la misma dirección: agarrase a lo que sea, consciente o inconscientemente, para seguir sintiendo que hay para ellos un más allá.
Salvando los ánimos, las distancias, las técnicas, los matices o las magnitudes, todo poblador de La Tierra es depositario de una parcela de responsabilidad y tiene la obligación de garantizar en ella el mayor regalo de todos: La vida.
Un simple brote de Bignonia Venusta flotando en el cielo, avanzando decidida y ciegamente hacia lo desconocido, no es tan distinto a un astronauta despegando en una misión espacial, o a un wind-surfero volando sobre una ola, o a un limpiacristales trabajando en la última planta de cualquiera de nuestras «Torres de Babel».
Quizá sí hay una diferencia… la Bignonia Venusta atiende a un empuje que se conforma con repetir siempre las mismas pautas para garantizar la existencia. Mientras que el hombre, es víctima de una inconstancia permanente empujado por la imaginación y el deseo de una vida que su fantasía le lleva a pensar siempre puede ser muy superior.
¿Será lo nuestro audacia, osadía? … Dios sabe qué empuje es éste, tan nuestro.
Si, la vida o la voluntad de ser sin respetar los límites
Eres un incondicional. Gracias.